MIT Museo Internacional del Títere en Cataluña

El Teatro Negro y Blanco de Paul Vieillard

EL TEATRO NEGRO Y BLANCO DE PAUL VIEILLARD

El descubrimiento de la electricidad tuvo importantes consecuencias en el teatro de sombras.

A principios de 1900, los alumnos de la École polytechnique de París mostraron, con motivo del espectáculo ofrecido para el festival anual de la escuela, siluetas que representaban a sus profesores. Los creadores de estas sombras competían en la elaboración de sus mecanismos. Uno de estos estudiantes se llamaba Paul Vieillard. Más tarde se dedicaría al juego de sombras en su tiempo libre. Apeló a sus conocimientos científicos y así es como sus inventos contribuyeron ampliamente al desarrollo de las posibilidades técnicas del teatro de sombras.

EL TEATRE NEGRE I BLANC DE PAUL VIEILLARD

Éstas son algunas de las innovaciones introducidas por Paul Vieillard. Hasta entonces, las figuras se mantenían cerca de la pantalla para obtener una clara sombra. Pero Paul Vieillard prefirió mantenerlos a cierta distancia de la pantalla (como hacían algunos manipuladores de sombras holandeses) para obtener una mayor imagen. Por eso centró su búsqueda en las lámparas y descubrió que eran las bombillas de 12 voltios y 8 amperios las que mejor respondían a las necesidades de este experimento. Su configuración era así: las sombras estaban a unos 25 centímetros de la pantalla, algo más lejos estaban los decorados y, finalmente, a una distancia de 2 metros, la iluminación. Esto incluía varias fuentes de luz distintas, una de las cuales proporcionaba la iluminación principal, las demás proporcionaban luz adicional. Cada una de estas luces iluminó una parte diferente de la escena donde las sombras cogían vida. Al apagar una, podía sustituir al iluminado de este haz de luz por otro títere y el público no se daba cuenta.

Una vez tomada la decisión de manipular las sombras a cierta distancia de la pantalla, pudo, por tanto, alejarlas así como acercarlas, y así hacerlas jugar a diferentes distancias unas de otras. Además, ahora era posible proyectar títeres en tres dimensiones (y ya no planas) que podían orientarse en todas direcciones.

Gracias a una presentación extremadamente ingeniosa, sacó, como por arte de magia, a todo un grupo de bailarinas en la pantalla.

Para ello creó sombras blancas: cogió un cartón, cuya proyección cubría toda la pantalla y recortó a cuatro bailarinas. Con una simple proyección de luz, vimos cómo aparecían bailarinas en la pantalla en blanco sobre fondo negro. Después, con una segunda fuente de luz, sacamos ocho bailarinas, y gracias al encendido de una tercera luz, había doce en el escenario… y así sucesivamente. Así podría hacer aparecer ballets enteros en la pantalla. Cuando todas las luces estaban colocadas a distancias iguales de él, los bailarines eran del mismo tamaño; acercar una de las farolas daba la impresión de que los bailarines iban creciendo y, además, parecían avanzar, mientras que bastaba con alejar una luz para que pareciera, por el contrario, que cuatro de las doce bailarinas retrocedían.

Para animar a sus bailarines, Vieillard recortó al mismo personaje en dos hojas de cartulina. En la primera una pierna apuntaba hacia el suelo, mientras que en la segunda la bailarina levantaba una pierna en el aire. Al cubrir la pierna levantada y la otra a su vez, obtuvo un efecto de paso de baile. Este efecto, junto con el acompañamiento musical, ayudaron a dar al público la ilusión que asistía a un grandioso espectáculo.

Con la excepción de sus bailarines, los títeres de Paul Vieillard tenían relativamente pocos mecanismos. Obtuvo efectos music-hall pegando un cilindro de plexiglás de distintos colores en cada luz. Al girar el cilindro, los colores variaban.

En 1910, Paul Vieillard y su Teatro Negro y Blanco ofrecieron su primera actuación. También participó en dos películas: el Histoire, de Masson, y Voilà Montmartre, de Rasimi, en las que introdujo secuencias del Gran Premio Caran de Ache.

Vieillard contribuyó mucho al desarrollo técnico del teatro de sombras.

"Sombras et silhouettes". Hetty Paërl, Jack Botermans, Pieter van Delft. Editorial Chêne Hachette

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